La reciente reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos en noviembre de 2024 ha reavivado las tensiones comerciales entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE). Las políticas proteccionistas anunciadas por la nueva administración estadounidense amenazan con desencadenar una guerra comercial que podría tener profundas implicaciones para la economía global.
Una guerra comercial cantada
Durante su campaña, Trump prometió imponer aranceles universales de entre el 10% y el 20% a todas las importaciones, con gravámenes adicionales específicos por productos y países, dirigidos principalmente a China, la UE, Canadá y México. Estas medidas buscan proteger la industria estadounidense y reducir el déficit comercial, pero podrían elevar los aranceles a niveles no vistos desde la Gran Depresión.
La UE, uno de los principales socios comerciales de Estados Unidos, se vería gravemente afectada por estas políticas. Por ejemplo, España, líder en la exportación de aceite de oliva, teme una reducción significativa en sus ventas al mercado estadounidense debido a esos gravámenes.
Un peligro para la economía mundial
Además, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha advertido que el resurgimiento del proteccionismo podría poner en peligro el crecimiento estable de la economía mundial en los próximos dos años. Ante esta situación, los líderes europeos buscan estrategias para mitigar el impacto de las políticas de Trump. Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, ha instado a los líderes europeos a negociar con Estados Unidos. Desde su punto de vista, Europa debería aumentar la compra de productos estadounidenses, como gas natural licuado y equipamiento militar, para evitar una espiral de represalias arancelarias.
Sin embargo, la UE también se prepara para posibles represalias. Dirigentes del Banco Central Europeo han advertido sobre la necesidad de que Europa se prepare para una nueva guerra comercial con Estados Unidos, tras las políticas proteccionistas anunciadas por Trump. Olli Rehn, gobernador del banco central finlandés, enfatizó la necesidad de una respuesta mejor preparada que en 2018.