¿Qué es la inversión a largo plazo?¿En qué consiste? Hoy te contamos todo lo que necesitas saber sobre estas metodologías de inversión.

Introducción a la inversión a largo plazo

La inversión a largo plazo o largoplacismo es el conjunto de metodologías de inversión que se basan en la manutención de las posiciones durante un largo periodo de tiempo, que suele superar el año. En este sentido, y aunque no hay nada infalible, estas metodologías suelen ser muy seguras, y son las que menos se sostienen sobre sesgos de confirmación y ese providencialismo que es tan patente en otra clase de metodologías.

¿Qué es la inversión a largo plazo?

La inversión a largo plazo o largoplacismo es el conjunto de metodologías de inversión que se basan en la manutención de las posiciones durante un largo periodo de tiempo, que suele superar el año.

La inversión a largo plazo es el conjunto de metodologías de inversión que se basan en la manutención de las posiciones durante al menos un año.

Esta clase de inversiones no buscan el beneficio rápido y tan goloso como engañoso con el que tratan de colar otras metodologías pseudocientíficas no pocos cursos, influencers y gurús que se dedican a ganar dinero con su vacua promoción, y se distancia de los derivados y otros productos difíciles de comprender y sometidos a una gran volatilidad.

En este sentido, se centran más en otros activos, con los que también se opera con las metodologías cortoplacistas, como las acciones, los bonos o los ETF, entre otros. La diferencia es que la inversión a largo plazo parte de lógicas menos providencialistas, aunque no infalibles. En este sentido, son cualitativamente mejores que las metodologías a corto.

Y es que, cuando nos planteamos invertir, hemos de tener claro que nadie conoce el futuro, y que tanto los aciertos como los fallos dependen de numerosos factores que no están en nuestra mano. Las metodologías a corto se sostienen sobre criterios muy sesgados y pseudocientíficos, y conllevan prácticas de consumo compulsivo. Como ir al casino, donde la banca siempre gana, con estas metodologías quien ganará seguro es el bróker.

La inversión a largo plazo no te hará rico de la noche a la mañana, de hecho, ninguna lo hará. El objetivo es más bien rentabilizar tus ahorros para ir aumentando tu capital, o, al menos, poder batir la inflación y mantener su valor.

¿Por qué invertir a largo plazo?

Invertir es especular, es hacer una apuesta. Uno no puede estar seguro de que vaya a salir bien, porque entran en juego factores que se nos escapan. Pero siguiendo criterios más o menos lógicos, uno puede detectar una oportunidad y lanzarse. Es por eso que, cuando inviertes, el control de riesgo es fundamental: nadie, insistimos, conoce el futuro, ni hay patrones infalibles.

Menos operaciones = menos riesgo = inversión más barata

Una forma de reducir el riesgo, obviamente, es reducir el número de veces que se apuesta. La inversión a largo plazo no requiere de muchos saltos de fe, solo unos pocos y espaciados en el tiempo. No es estar delante de la ruleta a diario o de un gráfico imaginándose que existen patrones como quien cree en la astrología. No vas a enriquecer a tu bróker, que, por supuesto, promocionaran tal o cual curso, muy seguramente cortoplacista, poniendo sus plataformas a disposición de esos alumnos.

La reducción del número de veces que se apuesta supone necesitar suerte menos veces. Es decir, cuando inviertes a corto, necesitas que la caprichosa fortuna esté de tu lado una infinidad de veces más que cuando inviertes a largo plazo. Tener que acertar 10 preguntas de las que no sabes la respuesta en un test no es lo mismo que tener que acertar 20000.

A más tiempo, menos aleatoriedad

¿Qué es lo que de verdad da valor a una empresa? Sus expectativas de futuro. Pero estas expectativas pueden variar por muchos criterios: noticias favorables/devastadoras, cambios o impactos geopolíticos, presentación de resultadosEs en esto en lo que se centran muchas de las metodologías largoplacistas. Y lo que es, en fin, la auténtica inversión: apostar por un proyecto que te da buena vibra, que parece que va a ir a mejor.

La inversión cortoplacista no es así, ni de lejos. Se centra, por lo general, en tratar de adivinar hacia dónde se va a desplazar el precio en una gráfica. Es la sublimación de la aleatoriedad. Hay quienes lo viven como una auténtica religión, quienes racionalizan irracionalidades, quienes dan al precio hasta cierta pseudopersonalidad, como si fuera un ídolo todopoderoso al que hay que tratar de «interpretar» a través de tal o cual supuesto patrón de «comportamiento». Es como poner tus ahorros, lanzar una moneda y ver si sale cara, y en cada acierto ganas dinero, pero en cada fallo lo pierdes. Si tienes tu día de suerte, genial, si no, pues «haber estudiao». Es como ir al casino y creerse Warren Buffett por ganar una mano de Black Jack.

Reducir la aleatoriedad es aumentar tus posibilidades de éxito

Sin embargo, la inversión a largo plazo te permite contemplar todo lo que sucede, es decir, lo que de verdad va a afectar al valor del precio, que no es sino la expresión de las expectativas que genera un activo.

Requiere, por tanto, de paciencia, y en contrapartida, una mucho menor dedicación. No lo vas a controlar, pero sí vas a poder tomar decisiones con información que no se sostenga sobre supercherías: si una empresa gana un contrato muy importante, si anuncia unos resultados nefastos, si logra un récord… Son cuestiones de mayor materialidad y realismo que esperar que una vela japonesa sea verdecita cinco segundos después de comprar un valor.

Combate la inflación y aumenta tus ahorros

¿Cuál es el objetivo de la inversión? ¿Cuál es su función real en el mercado? En efecto, poner tu dinero en un proyecto esperando un rédito futuro, mientras que ese proyecto puede aprovecharlo para crecer. La inversión a corto plazo adultera y corrompe el origen de lo que es invertir: no es invertir, es más bien un juego de azar.

Mientras tanto, y tal y como hemos apuntado, la inversión a largo plazo tiene por objetivo rentabilizar tus ahorros para ir aumentando tu capital, o, al menos, poder batir la inflación y mantener su valor.

La inflación, el enemigo invisible

La inflación es el aumento generalizado y sostenido de los precios de bienes y servicios en una economía a lo largo del tiempo. Cuando los precios suben, el valor real del dinero disminuye: con la misma cantidad se pueden adquirir menos cosas. Esto significa que, si los ingresos o el ahorro no crecen al mismo ritmo que la inflación, el poder adquisitivo se reduce progresivamente. A largo plazo, incluso tasas de inflación moderadas pueden tener un efecto considerable sobre el nivel de vida, especialmente si los ahorros permanecen sin rentabilidad o depositados en cuentas que no ofrecen protección frente al aumento de precios.

La inversión a largo plazo, en cambio, permite contrarrestar ese efecto gracias al potencial de crecimiento del capital en activos que superan históricamente la inflación, como las acciones, los bonos o los fondos indexados. A diferencia del dinero inmovilizado, una cartera bien diversificada y sostenida en el tiempo puede generar rendimientos que no solo preserven el valor del ahorro, sino que lo incrementen. Por eso, invertir con visión de largo plazo no es solo una estrategia para obtener beneficios, sino también una herramienta esencial para proteger el poder adquisitivo frente al deterioro constante que provoca la inflación.

Obten ingresos pasivos y aumenta tu capital

Invertir a largo plazo no solo sirve como escudo frente a la inflación, sino que también permite construir un capital sólido con vistas al futuro, especialmente de cara a la jubilación. Dado que muchas personas ven reducidos sus ingresos al retirarse y dependen exclusivamente de una pensión pública, contar con un fondo de inversión personal puede marcar la diferencia en términos de libertad financiera y calidad de vida. A través del tiempo, esta estrategia no solo protege el poder adquisitivo, sino que sienta las bases para una estabilidad económica duradera.

¿Cómo invertir a largo plazo?

Invertir a largo plazo es relativamente sencillo. Hay numerosos activos interesantes en los que puedes apostar, con distintas metodologías que, sobre todo, se suelen centrar en la gestión del riesgo y las coberturas. Por tanto, la clave está en dónde invertir.

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Hay, de hecho, una serie de productos financieros que son idóneos para la inversión a largo plazo. Con ellos es sencillo acceder al mercado, de forma segura y sin haber de hacer grandes desembolsos de capital. Estos, por lo general, son cestas de productos construidas con el dinero de múltiples inversores, que son administrados por gestores profesionales: los fondos. En adelante, te los contamos.

Los fondos de inversión

Los fondos de inversión son una de las herramientas más utilizadas por quienes optan por construir una estrategia de inversión a largo plazo. Esto se debe, en gran medida, a su accesibilidad y sencillez operativa.

En esencia, un fondo de inversión agrupa el capital de muchos inversores, que es gestionado por un profesional siguiendo una política de inversión previamente definida y conocida por todos los participantes. Así, al comprar participaciones de un fondo, el inversor adquiere una parte proporcional de una cartera diversificada de activos, sin necesidad de gestionar directamente cada una de las posiciones.

Gran variedad de opciones para todos los públicos

La gran ventaja de los fondos de inversión es la variedad que ofrecen: existen fondos para todos los perfiles y objetivos, desde los más conservadores hasta los más agresivos. Hay fondos centrados en mercados geográficos concretos (como Asia o Estados Unidos), fondos de renta fija que invierten en bonos, fondos especializados en sectores económicos específicos (tecnología, salud, energía, etc.), e incluso fondos que replican índices bursátiles, conocidos como fondos indexados. Estos últimos siguen una estrategia de gestión pasiva, limitándose a reproducir el comportamiento de un índice determinado, como el S&P 500, lo que los convierte en una opción muy eficiente y de bajo coste para el largo plazo. De ellos hablaremos en adelante.

Liquidez = flexibilidad

Una característica especialmente útil de la mayoría de los fondos de inversión es su liquidez: en general, permiten comprar o vender participaciones en cualquier momento. Aunque existen excepciones con ciertas restricciones —normalmente asociadas a estrategias más complejas—, lo habitual es que el inversor pueda ajustar su posición según su situación personal o la evolución del mercado. Esta flexibilidad, sumada a la diversificación y a la gestión profesional, convierte a los fondos de inversión en una alternativa ideal para quienes buscan hacer crecer su patrimonio de forma sostenida y controlada con el paso del tiempo.

Puedes aprender más sobre los fondos de inversión en ¿Qué son los fondos de inversión?

ETF

Los ETF (Exchange Traded Funds) son un tipo particular de fondo de inversión que combina lo mejor de dos mundos: la diversificación propia de los fondos tradicionales y la agilidad operativa de las acciones. Su principal característica es que se negocian en bolsa, lo que significa que sus participaciones se compran y venden directamente en los mercados financieros durante todo el horario de cotización, igual que cualquier acción.

Esta estructura permite al inversor conocer el precio en tiempo real y acceder a gráficos de evolución del precio para analizar su comportamiento, lo que los hace especialmente atractivos para quienes buscan flexibilidad y control en su operativa.

Versatilidad y diversificación

Al igual que los fondos de inversión clásicos, los ETF permiten acceder a carteras diversificadas de activos, pero con la ventaja adicional de poder realizar operaciones de compra y venta en cualquier momento de la jornada bursátil. Esto los convierte en una herramienta muy versátil, adecuada tanto para estrategias a largo plazo como para enfoques más tácticos.

La mayoría de los ETF siguen una filosofía de gestión indexada, es decir, replican el comportamiento de un índice de referencia como el S&P 500 o el Euro Stoxx 50. No obstante, también existen ETF de gestión activa, así como productos especializados que permiten invertir en materias primas (como el oro o el petróleo) o incluso en criptomonedas.

Gracias a su accesibilidad, bajo coste y transparencia, los ETF se han convertido en una opción muy popular entre los inversores que desean construir una estrategia sólida a largo plazo. Al permitir la exposición a mercados, sectores o activos concretos de forma sencilla, ofrecen una forma eficiente de diversificar la cartera y beneficiarse del crecimiento sostenido de los mercados financieros con el paso del tiempo.

Puedes aprender más sobre los ETF en ¿Qué son los fondos cotizados (ETF)?

¿Cuáles son los ETF más cotizados?

De acuerdo con mintos.com, estos son los ETF más cotizados en los últimos años:

  1. SPDR MSCI World Technology UCITS ETF USD (+19,84% anualizado)
  2. Xtrackers MSCI World Information Technology UCITS ETF USD (+19,88% anualizado)
  3. iShares Nasdaq 100 UCITS ETF USD (+20,56% anualizado)
  4. Amundi MSCI China UCITS ETF (+44,73% anual en 2024)
  5. Lyxor MSCI Disruptive Technology ESG Filtered UCITS ETF USD (+21,32% anualizado)
  6. Vanguard S&P 500 UCITS ETF USD (+18,45% anualizado)
  7. iShares MSCI Emerging Markets UCITS ETF USD (+22,17% anualizado)
  8. SPDR Gold Shares ETF (+12,58% anualizado)

Robo advisors

Los Robo Advisors son gestores de inversiones automatizados que han transformado el panorama de la inversión a largo plazo, haciendo accesible una gestión profesional de carteras a cualquier tipo de inversor, independientemente del capital inicial. Lo que antes estaba reservado a grandes patrimonios y clientes exclusivos, ahora está al alcance del público general gracias a los avances en tecnología financiera (fintech).

Se trata, en esencia, de plataformas digitales que utilizan algoritmos para diseñar y gestionar una cartera de inversión personalizada. Tras realizar un breve cuestionario en el que se evalúan aspectos como el perfil de riesgo, el horizonte temporal y los objetivos financieros, el Robo Advisor construye automáticamente una cartera diversificada adaptada a las necesidades del usuario.

¿Cómo funcionan los Robo advisors?

Una vez asignada la cartera, el Robo Advisor no solo selecciona los activos iniciales, sino que también realiza un seguimiento constante del comportamiento del mercado y de la evolución de la inversión. Cuando es necesario, ejecuta ajustes de forma automática para mantener la asignación de activos dentro de los parámetros establecidos (lo que se conoce como rebalancing). Todo ello sin intervención directa del inversor, lo que lo convierte en una solución cómoda, eficiente y libre de gestión activa por parte del usuario.

Aunque el servicio es mayoritariamente automatizado, muchas plataformas cuentan con supervisión humana que valida los procesos o interviene en momentos puntuales. Sin embargo, el componente tecnológico es el que permite ofrecer este servicio con unos costes operativos muy bajos.

Ventajas de los Robo Advisors

Uno de los principales atractivos de los Robo Advisors es su bajo coste. Al estar automatizado y utilizar productos pasivos como fondos indexados y ETFs, las comisiones de gestión suelen ser mucho más reducidas que las de un gestor tradicional. Además, la inversión mínima para empezar suele ser muy baja, lo que permite que cualquier persona pueda iniciarse en la inversión sin necesidad de disponer de un gran capital.

También destacan por su simplicidad y comodidad. No se requieren conocimientos técnicos ni experiencia previa para invertir: todo el proceso, desde la selección de la cartera hasta la gestión diaria, queda en manos del sistema. Esta automatización permite a los inversores centrarse en sus objetivos a largo plazo sin tener que preocuparse por tomar decisiones constantes o reaccionar ante la volatilidad del mercado.

Robo Advisors y la inversión a largo plazo

Los Robo Advisors están especialmente orientados a estrategias de inversión a largo plazo, que buscan construir y hacer crecer un patrimonio de forma gradual y sostenida. Su estructura se basa en principios como la diversificación, la gestión pasiva y el interés compuesto, pilares fundamentales para lograr resultados consistentes en el tiempo.

Al delegar la gestión en un sistema automatizado, el inversor evita errores emocionales frecuentes, como vender en momentos de pánico o sobreexponerse a activos de alto riesgo. Además, al utilizar fondos indexados y ETFs —que replican índices de referencia sin necesidad de gestión activa— se reduce el riesgo de sobrecostes y se facilita una estrategia estable, ideal para objetivos como la jubilación o la creación de un fondo de reserva a largo plazo.

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